Si no hace mucho hablábamos de la división/separación de Entombed y de cómo hay dos bandas girando con nombres parecidos sobre la base de un mismo legado, lo de Rhapsody es de chiste ya. Primero, en pleno apogeo de su fama, se vieron obligados a cambiarse el nombre al tenerlo registrado otra banda, convirtiéndose en Rhapsody of Fire. Luego se produjo la separación amistosa entre el teclista Alex Staropoli (que se quedó con el nombre Rhapsody of Fire) y el guitarrista Luca Turilli (que montó Luca Turilli’s Rhapsody). Y después de todo esto ha vuelto ha cruzar su camino con el vocalista Fabio Lione para montar Turilli/Lione Rhapsody.
En su descargo hay que decir que este proyecto, en palabras del propio Luca Turilli, iba a haberse llamado Zero Gravity, pero que viendo que los promotores ofrecían unas condiciones criminales para las giras, han optado por la vía de en medio: sus nombres para la banda y el nombre de la banda convertido en título del disco. Así que bueno, esta se la pasamos.
La propuesta musical que traen difiere un poco de lo anterior: han aparcado un poquito los elementos sinfónicos y le han dado más peso a las guitarras, por lo que no suena tan abigarrado como Rhapsody (los originales), teniendo el factor «metal» mucha más importancia. Esto hace que el disco suene bastante más fresco y directo, ya que el problema de los discos de Rhapsody era que estaban tan recargados que acababan por confundir al personal.
El nivel musical, sobra decirlo, es apabullante. La banda la complementan ex-miembros de Rhapsody (bien de la banda principal, bien de la versión de Luca Turilli), cuya solvencia y destreza es de sobra conocida. Ello unido a que los propios Turilli y Lione se han hecho cargo de la producción, junto a Simone Mularoni (guitarrista de los progresivos DGM y productor/ingeniero de casi cualquier banda italiana de metal) hace que el sonido del disco sea espectacular.
De los 11 temas que componen el disco (casi una hora de duración) hay que destacar el inicial Phoenix Rising; el más guitarrero DNA y su dueto de voces con Elize Ryd de Amaranthe; Decoding the Multiverse, con su pegadiza entrada de teclados; y Arcanum (Da Vinci’s Enigma), posiblemente lo más rápido del disco. En todos ellos coinciden los estribillos pegadizos y épicos de corte sinfónico, donde la voz de Fabio Lione puede lucirse al máximo.
El resultado de todo es un buen disco de power metal sinfónico, «pero no tanto». No es nada nuevo, pero Turilli y Lione son perros viejos del negocio y saben cómo construir un buen disco de metal, y el resultado es este Zero Gravity. De todas formas, siguen siendo mejores que sus cientos de clones.