Primera grabación de esta banda bizkaina de puro brutal death, de la que no tenía noticia hasta encontrar las primeras referencias al lanzamiento de este álbum. Y es que se trata de una banda joven (formada en 2018) pero cuyos integrantes tienen una larga experiencia a sus espaldas, siendo las bandas más conocidas para mí Virulency y los desaparecidos Forensick (a quienes vimos telonear a Avulsed en la sala Azkena recién salido el Stabwound Orgasm, si mal no recuerdo).

Por tanto, visto que estamos ante gente con una dilatada trayectoria, no es de extrañar que en este primer álbum tengan las cosas tan claras. No se andan con experimentos o historias raras, su propuesta es un brutal death metal de corte americano, con una producción densa, construyendo un muro de sonido en el que la voz gutural no es sino un instrumento más.

Strappado no se andan con tonterías y todos los temas suenan similares. Alguna parte pesada (Atoning Delusions of Sinful Repentance), algún ramalazo slam aquí y allá (The Rack, Holy Office), pero durante los 27 minutos de duración del álbum asistimos a una exhibición de velocidad y técnica, no por virtuosismo sino por la capacidad de tocar todos a una a semejantes velocidades. No obstante, encontramos detallitos que dan notas de color a algunos temas, como los armónicos que marcan los riffs en Plastered Anus, algún grito gorrinillo en vez de un gutural (Holy Office, Death by Sawing) o los gritos de torturados que en Exigit Sincerae Devotionis Affectus, que parecen sustituir a un solo de guitarra.

Un disco impenetrable y contundente como debe ser en el brutal death, aunque supone que sea de difícil digestión para alguien no habituado a este tipo de música. Strappado no tienen nada que envidiar a ninguna banda del género, demostrando que en Euskadi también se sabe hacer brutal death.