Aunque a estas alturas de la vida ya sobran las presentaciones, Nile son una de las pocas bandas que en el death metal han conseguido labrarse un nombre propio en los últimos años. Todo ello gracias a su personalísimo estilo, combinación de un death metal brutal y técnico con melodías de influencia egipcia, una mezcla curiosa y extravagante al principio pero que gracias a la cuidada ejecución por parte de estos americanos ha resultado profundamente exitosa, de tal manera que han surgido réplicas por doquier.
Han pasado ya cuatro años desde su anterior What Should Not Be Unearthed, y por el camino la banda se ha enfrentado a la marcha de Dallas Toler-Wade, quien junto al líder indiscutible Karl Sanders se repartía las tareas vocales y los solos, creando ese doble asalto tan característico de Nile, además de participar activamente en la composición de los temas.
Pero esta marcha no ha sido óbice para la marcha de Nile, sino que quizás haya servido para espolearles de cara a este disco. Producido por Karl Sanders y grabado en sus estudios de Carolina del Sur (salvo la batería, que la grabó George Kollias en su Grecia natal), este Vile Nilotic Rites recupera vibraciones sus discos más redondos, como puedan ser el Black Seeds of Vengeance o el Annihilation of the Wicked. Se mantienen todas las señas de identidad de la banda como son esas melodías fácilmente identificables (gracias a las escalas en que las basan), el afilado sonido de guitarras y una producción nítida y a la vez compacta.
Musicalmente Nile siempre han hecho gala de un nivel técnico muy alto, y el nuevo guitarrista Brian Kingsland no hace mella en el mismo. Además ya no es él solo quien se reparte con Karl Sanders las voces, sino que se les une el bajista Brad Parris, mientras que desde la batería George Kollias vuelve a dar una lección de buen hacer. Todo esto resulta en un disco lleno de buenos riffs y melodías, alternando partes rápidas y pesadas. Destacan temas como el inicial Long Shadows of Dread, Vile Nilotic Rites, Seven Horns of War (donde hay unas trompetas que parecen sacadas directamente de la banda sonora de El Señor de los Anillos), el rítmico That Which is Forbidden o The Imperishable Stars Are Sickened.
Otro buen álbum más a la colección de Nile. Vale que su propuesta es posible que ya no suene tan sorprendente como al principio, pero han sabido depurar la mezcla de brutalidad y melodía a la perfección y darle su toque personal, creando un sonido fácilmente reconocible como marca propia. Y eso, amigos, hoy día cuesta un mundo.