Si hablamos de evolución brutal en el mundo del metal, un capítulo destacado debería ser el de Katatonia. De black metal oscuro a funeral Doom metal, de ahí al Doom gótico y poco a poco al rock/metal gótico que practican ahora. Y todo ello poco a poco,en un cambio que, por sorprendente, no ha dejado de sonar natural en ningún momento.

No es una banda cuya carrera haya seguido de cerca: tengo el Brave Murder Day, su clásico segundo disco que les sacó del black metal hacia el doom, y el Last Fair Deal Gone Down, donde ya dejaban atrás los terrenos más extremos para, con un sonido todavía afilado, introducirse en el aspecto más gótico. A su manera, siendo totalmente distintos, eran dos discos tremendos.

Comandados por el dúo formado por Jonas Rendke y Anders Nystrom, únicos miembros fijos de la banda desde su concepción en 1991, ellos se han encargado de la producción del álbum, que ha sido mezclado por Jacob Hansen. Han logrado un sonido perfecto, compacto y orgánico, con gran protagonismo de la voz. Las guitarras suenan suaves y contundentes según la necesidad, la batería logra transmitir fuerza a lo largo de los temas y el bajo va llenando los huecos para que el conjunto logre sonar demoledor.

Los temas van alternando partes rockeras, atmosféricas y melódicas con mucha naturalidad, fluyendo a lo largo de los mismos. Es más, llegan a tirar de lo que parecen sintetizadores e incluso un sonido electrónico en la batería en algún tema (Lacquer) y no suena nada impostado. Evidentemente hay buenos riffs (Heart Set to Divide, Flicker) y estribillos (The Winter of Our Passing), y juegan esa alternancia entre temas movidos como Behind the Blood, Rein o Fighters y temas más oscuros como Lachesis o City Glaciers.

Es posible que no haya temas que destaquen por si solos, pero en conjunto estamos ante un álbum entretenido y sólido de buen rock/metal oscuro y melancólico.