Han pasado cuatro largos años desde que Moonspell publicaran el genial 1755, uno de esos discos tocados por una varita mágica que les permite sobresalir dentro del panorama musical. En medio giras exitosas (pudimos verles en su parada en Bilbao, en un concierto que resultó íntimo pero a la vez atronador) y un disco en directo recogiendo las giras de aniversario del Wolfheart y el Irreligious junto con algunos temas del resto de su discografía.
No obstante, junto antes de empezar la grabación del disco se anunciaba que Mike Gaspar, el batería de la banda desde su formación y antaño uno de los motores de la misma, abandonaba el grupo. No se sabe a ciencia cierta si fue una separación amistosa o no, o si fue una expulsión o una marcha voluntaria, pero lo que si sabemos es que su sustituto es Hugo Ribeiro, de las bandas Desolate Plains (thrash metal, Grecia) y GodVlad (death metal melódico, Portugal).
Con esta perspectiva la banda se desplazó a los Orgone Studios de Inglaterra a grabar con Jaime Gómez-Arellano, uno de los productores más de moda en estos tiempos y que ha asumido la producción del álbum junto al vocalista Fernando Ribeiro, además de encargarse de la grabación, mezcla y masterización del mismo. El resultado ha sido un disco de sonido menos guitarrero, en el que el mayor protagonismo es para el bajo y los teclados, de manera que parece una vuelta a sus tiempos más góticos y menos afilados. Como siempre, habrá a quién le guste más o menos esta vertiente del sonido de los portugueses. Yo he de reconocer que soy más partidario de su vertiente «cañera» (Memorial, 1755), pero cuando un disco es bueno (Alpha Noir) da igual.
Y lo que definitivamente hace bueno a un disco son los temas que lo conforman. Desde el primer tema The Greater Good se puede ver que el nivel compositivo sigue estando muy alto. En Common Prayers hay un muy buen riff inicial y un estribillo con gancho, pero en la parte final, donde meten otro buen riff de guitarra se nota esa falta de fuerza que mencionaba antes.
Con All or Nothing llega el momento del relax, se trata de un tema lento y pesado, en el que dominan los pasajes atmosféricos; el tema-título, Hermitage, va en la misma onda pero en su parte final saca una cara más contundente y potente; le sigue Entitlement, que también empieza con una parte atmosférica y tranquila para mantenerse así todo el tiempo, salvo un par de breves ráfagas.
Solitarian es una especie de interludio instrumental que, en su primera parte recuerda a Mike Oldfield y en la segunda retoma un aire más cercano al Opium. Le sigue The Hermit Saints, más guitarrero y pegadizo, uno de los puntos fuertes del disco. En Apophthegmatha la guitarra recupera el protagonismo: trufado de partes atmosféricas, es el tema de inspiración más agresiva del álbum. Por contra, Without Rule recupera el aire gótico, lento y pesado.
Es un disco que no es de inmediata digestión, que requiere un par de escuchas como mínimo para ir sacando el jugo a los detalles que lo conforman. Le cuesta entrar, pero después le cuesta salir.