Iron Maiden – Senjutsu (2021)

Iron Maiden no necesitan presentación. Son, junto a Metallica y Guns’n’Roses, la única banda que en los últimos tiempos ha conseguido romper el techo de cristal impuesto por los géneros musicales y trascender más allá de la escena del heavy metal. En pocas palabras, un auténtico monstruo en la escena musical.

A estas alturas de su vida Steve Harris, Bruce Dickinson y compañía podrían dedicarse a cualquier otra actividad más relajada que el continuo ciclo gira-disco al que Iron Maiden se someten irremediablemente cada 4-5 años. Como si de un espejo de las dimensiones de la banda, sus discos son cada vez más grandilocuentes y las giras más extensas y espectaculares, con el desgaste que conlleva en gente que ya ronda los 65 años. Sin embargo, en vez de quedarse en casa, Iron Maiden dedicaron el 2019 a la grabación de este álbum, cuyo proceso de mezcla, lanzamiento y promoción se vio dilatado en el tiempo por causas de sobra conocidas.

Una vez más han acudido a Kevin Shirley para que les acompañe en las tareas de producción, trabajo que lleva desempeñando desde hace más de 20 años, cuando colaborara con ellos por primera vez en el álbum Brave New World. El disco suena de lujo (no podía ser de otra forma), pero es cierto que hay momentos en que el sonido de los temas es idéntico al del citado disco, dando la sensación más de estar ante descartes de aquellas sesiones que ante música nueva. No sé si es problema del productor, de la banda o de ambos, pero la sensación que transmiten de ir con el piloto automático no presagia nada bueno.

En cuanto a los temas, he de decir que el disco deja un sabor agridulce. El anterior álbum, The Book of Souls era un disco doble, con 11 canciones y 91 minutos de duración, que en su día me parecieron excesivos y con numerosos momentos de relleno. Si se hubieran ahorrado media hora hubiera sido tremendo. Este Senjutsu son 10 canciones en 80 minutos, lo que hace que la experiencia sea ligeramente más breve pero deje el mismo sabor de boca. Buenas ideas alargadas innecesariamente, como si concebir temas de 8 ó 10 minutos fuera sinónimo de ser mejor músico. Es un mal en el que otras bandas como Metallica han recaído, no sé si por buscar un reconocimiento como músicos que creen que no tienen o porque no hay nadie al otro lado que se atreva a decirles que están perdiendo el punto.

Y ojo, que todos los temas tienen un riff, sección o estribillo que merece la pena, como por ejemplo el tema-título, Senjutsu, un medio tiempo que sirve para abrir el álbum. Está bien, pero al final se sustenta en 2 o 3 riffs y claro, con una duración total de 8 minutos se acaba haciendo algo largo. Writing on the Wall, que fue el primer adelanto, es el tema que más me ha gustado del álbum, curiosamente lo más alejado a los Maiden habituales. También creo que merece destacar el lento y oscuro Darkest Hour.

Los temas que menos me han convencido son Stratego, que parece un descarte del Brave New World; Lost in a Lost World, además de parecer otro descarte de ese disco, además padece de una sección intermedia que se repite una y otra vez sin ir a ninguna parte, que acaba aburriendo. El mismo problema, un alargamiento artificial del tema a base de repetir riffs ocurre en The Time Machine (que al menos tiene un riff chulo), Death of the Celts o The Parchment, temas que con 2/3 de su duración saldrían ganando.

En resumen, el disco no deja una mala impresión, pero a mí se me ha hecho un poco bola. Insisito en que metiendo la tijera lograrían unos temas más directos que ayudarían a que la escucha del álbum fuera más fresca. Al menos es una buena excusa para que salgan de gira y disfrutar en directo de los clásicos.

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