Carcass – Torn Arteries (2021)

Si hace no mucho hablaba de cómo At the Gates han vuelto con fuerza tras el parón de su actividad, lo mismo se puede decir de los ingleses Carcass. Entre los 80 y los 90 fueron sentando las bases del grindcore y, posteriormente, el death metal melódico. Luego pasaron por una fase de indefinición musical, tuvieron el jaleo con Columbia y cuando publicaron el álbum Swansong ya se habían disuelto.

Reactivados en 2007 para lo que iba a ser sólo actividad de directo, en 2013 publicaron un nuevo álbum, Surgical Steel, que aunaba el death metal melódico con su fase rockera, con algún mínimo guiño al sonido crudo de sus inicios. Y ahora, ocho años después y tras grabar en medio varios EPs y compartidos, presentan su nuevo trabajo, Torn Arteries.

Para este álbum han roto con su productor de «toda la vida», Colin Richardson, y se lo han producido ellos mismos, asistidos por varios ingenieros de sonido y acudiendo donde el afamado Jens Bogren para la mezcla y masterización. El resultado es un disco que suena contundente, sin demasiada nitidez en las guitarras, con un puntito sucio en las partes rítmicas que remite a los viejos tiempos (tampoco es que Carcass sean el prototipo de grupo que sonando nítido gane mucho) y que cuando se sueltan la melena en las partes rápidas acaba sonando un tanto caótico.

Musicalmente Carcass siguen moviéndose entre varios palos, cosa que a veces enriquece y que a veces dificulta la escucha. Parece que siguen moviéndose en esa indefinición entre el death metal de su época media y el death’n’roll del final de su primera etapa, como si les diera miedo inclinarse claramente por una u otra, aunque percibo que es esta segunda la que sale ganando, sobre todo a la hora de los solos, que es donde Bill Steer mete la mano (siendo posible el músico que más lejos ha estado del metal extremo durante el parón de actividad de la banda).

Hay temas con gancho y otros que tienen partes inspiradas con otras que lucen menos. El disco empieza fuerte, con un Torn Arteries que trae un riff pegadizo, un solo rockero y un blastbeat, en uno de los temas más puramente death metal del álbum. A pesar de bajar intensidad con Dance of Ixtab (Psychopomp & Circumstance March No.1 in B), más cercano al death’n’roll, el disco sigue una buena senda, que se empieza a torcer con un Eleanor Rigor Mortis que va alternando el rápido inicio con solo cañero, con unas estrofas pesadas y pegadizas donde prima el aire más rockero y a medio tiempo hasta el solo, donde vuelve a dispararse. No es muy coherente, y da la sensación de partes pegadas a la fuerza. El mismo problema tienen Under the Scalpel Blade y The Devil Rides Out, en los que se puede destacar algún riff.

Luego llega Flesh Ripping Sonic Torment Limited con sus nueve (9) minutos de duración: dinámico y con buen estribillo, pero 9 minutos me parece una sobrada y se acaba haciendo aburrido. Las tornan cambian con un Kelly’s Meat Emporium que es puro death metal, rápido, conciso, directo y pegadizo. Cambio de tercio con In God We Trust melódico inicio que da paso a otro tema de ritmo vivo, con un primer buen solo de aire rockero y un segundo que no está mal pero no sabes muy bien si pega o no, misma senda que llevan Wake Up and Smell the Carcass/Caveat Emptor (juaría que hubo un recopilatorio de su trayectoria que se titulaba así, Wake Up and Smell the Carcass) y The Scythe’s Remorseless Swing, que al menos tiene un prometedor inicio.

No es nada especial, no es un disco que vaya a hacer más grande el legado de Carcass, pero tampoco es un disco que vaya a enfangarlo. Suficiente para mantener vivo el nombre de la banda y seguir girando sin que les tiren piedras pero, ¿merece la pena?

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