Hypocrisy – Worship (2021)

Ha sido una eternidad, pero por fin tenemos aquí el nuevo disco de Hypocrisy. Ocho años nada más y nada menos ha durado la espera, ocho años en los que Peter Tägtgren ha estado entretenido grabando y girando con Pain y el proyecto conjunto con el vocalista de Rammstein Till Lindemann, oportunamente llamado Lindemann. Lejos queda la primera parte de su carrera, cuando apenas pasaban dos años entre cada entrega de Hypocrisy.

Este Worship es el decimocuarto álbum de estudio en su trayectoria, una vez más ha sido grabado en los ya míticos Abyss Studios, propiedad de Peter Tägtgren y que desde 2020 dedica en exclusiva para sus bandas. Cómo no, siendo uno de los productores más buscados del mundo del metal, Tägtgren se ha ocupado de la producción y mezcla del álbum, de la composición (con alguna intervención del bajista Mikael Hedlund y el batería Horgh) y de las letras.

El resultado es un disco con un sonido atronador, nítido pero contundente, con una batería que suena seca y potente y unas guitarras afiladas y cortantes pero claras en las partes solistas. Un buen sonido es más de la mitad del camino, y en eso Tägtgren es un experto. Remata el conjunto el apartado vocal, en el que Peter Tägtgren demuestra estar en perfecta forma, con unos guturales potentes que, de vez en cuando, dan paso a una voz chillona que sirve de perfecto contrapunto.

Musicalmente Hypocrisy se asientan en la línea de death metal potente y melódico que seguían sus últimos álbumes y apenas introducen cambios. Es un disco sólido, en el que no hay temas de relleno, sino que todos tienen algo que merezca la pena, demostrando sus buenas cualidades a la hora de componer. No obstante, hemos de destacar el frenético Worship, el pesado y melódico Chemical Whore, Children of the Gray, más pegadizo, y el trío final: They Will Arrive, con su melódico y pegadizo estribillo; el lento y pesado Bug in the Net, que tiene una bonita y oscura melodía al final del tema y el rápido y melódico Gods of the Underworld, que cierra el disco.

Digna vuelta de Hypocrisy en un disco con sus altibajos, pero sólido y entretenido: demuestra que, tras casi 30 años de carrera, la banda sigue en forma.

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