Dark Tranquillity – Moment (2020)

Todavía me acuerdo del impacto que supuso escuchar Punish my Heaven cuando me dejaron el disco The Gallery. Me tiré la mitad de 2º de BUP colgado de aquel CD, y es que estaba anodadado ante el despliegue de fiereza, velocidad y melodía que rezumaba aquel álbum.

A este disco le siguieron The Mind’s I, que no sé por qué me pasó desapercibido, y Projector, que me dejó totalmente descolocado. En este último el sonido era más espeso, prácticamente un muro, y las melodías perdían protagonismo. Había buenos temas, eso sí, pero ya no eran lo mismo. La incorporación de un teclista en 1999 supuso la introducción de elementos más «electrónicos», y virando hacia sonidos más accesibles.

Desde entonces he seguido la carrera de Dark Tranquillity «de lejos». Recuerdo su concierto de 2010 en Barakaldo como uno de los momentos más bajos: entre que no se oía muy bien y los arreglos introducidos a los temas viejos para que casaran con la electrónica, no salí muy convencido de allí. De los últimos discos apenas escuché Atoma, que siendo más «metálico» me pareció sosete.

Ahora llega Moment y me dispongo a escucharlo con detenimiento. Es el primer disco en el que no participa el guitarrista Niklas Sundin, miembro fundador de la banda y a su vez marca la incorporación de quienes hasta ahora funcionaban como guitarristas de directo, Chris Ammott y Johan Reinholdz. Si podéis, no os perdáis la entrevista al Sr. Ammott en The Metal Circus: no he visto jamás a nadie más desapasionado por el disco que promociona.

Sin embargo, todo este carrusel de novedades no ha afectado prácticamente al sonido de Dark Tranquillity. Como ya explica Ammott, toda la composición oscila alrededor de los teclados, siendo la guitarra algo secundario en el proceso. Producido por el teclista de la banda, Martin Brändström, y mezclado por Jens Bogren, el sonido se caracteriza por la potencia del bajo, mientras que guitarras y teclados se van repartiendo el protagonismo con la voz, a ratos rasgada. A veces creo que les falta chicha a las guitarras, incluso en aquellas partes donde deberían sonar más pesadas. Definitivamente están lejos del death metal de sus inicios.

Melodías pegadizas, buenos estribillos y un aire accesible (diría popero, pero provocaría confusión) son las principales características de los temas. No son excesivamente rápidos, a pesar de haber un par de ramalazos aquí y allá (el comienzo de Identical to None, por ejemplo). Se mueven en un tempo animado, movido, pero les falta a veces un punto de agresividad. Merece la pena destacar el inicial Phantom Days (con ese aire accesible), el solo de la baladita The Dark Unbroken (donde hace aparición la voz limpia), el pegadizo Remain in the Unknown, el estribillo de Standstill

¿Es un mal disco? En absoluto. Tiene buenos temas y líneas vocales y estribillos pegadizos, pero hay algo que provoca que no termine de hacer «clic», al menos para mí. Es como si le faltara un algo para terminar de conectar con él. Pero merece la pena darle una oportunidad.

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